Luego de la tempestad, viene la calma. El Enrique Bunbury roquero de Hellville de Luxe da paso a uno mucho más oscuro y calmo en Las consecuencias, su álbum más reciente y motivo de la gira que hoy lo trae a México.
El ex líder de Los Héroes del Silencio siempre ha sido un personaje dual, polémico, controvertido, admirado u odiado. Él disfruta esos extremos. Quizá por eso de un disco roquero pasa a uno intimista. De haber tocado el año pasado en el monumental estadio Azteca, retoma ahora los espacios más pequeños.
No es una decisión casual. Al contrario, Enrique está consciente de que para cantar de desamores y sueños rotos lo mejor son los espacios intimistas. Él desea arrullar con sus melodías, transmitir calidez, bondad. Por eso necesita estar cerca de su público.
Y con esa cercanía, nadie queda desamparado pues es claro que él, como sus cómplices, saben que hasta la más profunda de las soledades encuentra compañía con una brillante colección de canciones.
Y eso es el disco Las consecuencias y el show que con ese motivo viene ofreciendo: un conglomerado de rolitas filosas, llegadoras, intensas. El planeta Bunbury está vez es desolado, siniestro y embriagante.
Las consecuencias, como su nombre lo sugiere, es un corte de caja, una pausa para reflexionar, es la cruda después de la borrachera. Y en ese estado, siempre se agradece la compañía de un buen amigo.
Desde la etapa con el grupo y luego en su carácter de solista, Bunbury ha construido una sólida amistad con el público de este país, tanto que se ha convertido en uno de los rock stars latinos más queridos en México y su cauda de seguidores por estas tierras es enorme.
Así que el roquero aragonés tendrá muchas almas solidarias que le acompañarán a sacar su tristeza, a ahogar sus penas con una buena dosis de música.
En esta segunda etapa de su gira, Bunbury ofrecerá tres conciertos en el Auditorio Nacional. No hay que perdérselo.
El ex líder de Los Héroes del Silencio siempre ha sido un personaje dual, polémico, controvertido, admirado u odiado. Él disfruta esos extremos. Quizá por eso de un disco roquero pasa a uno intimista. De haber tocado el año pasado en el monumental estadio Azteca, retoma ahora los espacios más pequeños.
No es una decisión casual. Al contrario, Enrique está consciente de que para cantar de desamores y sueños rotos lo mejor son los espacios intimistas. Él desea arrullar con sus melodías, transmitir calidez, bondad. Por eso necesita estar cerca de su público.
Y con esa cercanía, nadie queda desamparado pues es claro que él, como sus cómplices, saben que hasta la más profunda de las soledades encuentra compañía con una brillante colección de canciones.
Y eso es el disco Las consecuencias y el show que con ese motivo viene ofreciendo: un conglomerado de rolitas filosas, llegadoras, intensas. El planeta Bunbury está vez es desolado, siniestro y embriagante.
Las consecuencias, como su nombre lo sugiere, es un corte de caja, una pausa para reflexionar, es la cruda después de la borrachera. Y en ese estado, siempre se agradece la compañía de un buen amigo.
Desde la etapa con el grupo y luego en su carácter de solista, Bunbury ha construido una sólida amistad con el público de este país, tanto que se ha convertido en uno de los rock stars latinos más queridos en México y su cauda de seguidores por estas tierras es enorme.
Así que el roquero aragonés tendrá muchas almas solidarias que le acompañarán a sacar su tristeza, a ahogar sus penas con una buena dosis de música.
En esta segunda etapa de su gira, Bunbury ofrecerá tres conciertos en el Auditorio Nacional. No hay que perdérselo.
Texto: Sandra Correa
