Como una película granulada que
se proyecta en la sábana que cuelga en un salón familiar, Alexis Morante recrea
partes de vidas ajenas y propias a través de su cámara. Quizá una ‘super ocho’
carente de sonido no dotaría de sonoridad el pulso de sus pasos, pero si que la
imaginación y el futuro contienen canciones y efectos en estéreo con los que –a
base de esfuerzo- seguirán otorgando imágenes a ojos de grandes y chicos.
Toda una trayectoria (nada despreciable) para un niño que se quedó
marcado con E.T. ¿Quién lo iba a decir?
Todavía queda mucha trayectoria
para que podamos mirar atrás con perspectiva de lo que hemos hecho. Me
considero aún joven, empezando, pero sí es verdad que al menos por fin me veo
dedicándome a esto. “ET el Extraterrestre” me demostró que los extraterrestres
existen… se llama Steven Spielberg.
Sonará a topicazo, pero si ya soñabas con ser cineasta, supongo que el
Cinexin tuvo que caer en alguna que otra Navidad de tu infancia.
Precisamente hace muy poco le
pregunté a mi madre que dónde podría estar el Cinexin que yo tenía de pequeño…
lo que pasa es que a mi madre le gusta mucho tirarlo todo… y limpiarlo…
recuerdo que en uno de mis armarios, cuando era pequeño, iba pintando una línea
con mi altura cada año. Así pude estar por lo menos 3 ó 4 años. Imagínate la de
líneas que pinté y el documento gráfico de mi crecimiento corporal… pues un
día, cuando fui directo a medirme de nuevo, allí no había nada, todo olía a limpia
muebles. Ni siquiera me dio tiempo a hacerle una foto. Pues imagínate donde
estará el Cinexin… en el vertedero de
Los Barrios por lo menos.
También veo ese calor y cercanía cuando -en el blog- habláis de la
preocupación que tienen vuestros familiares (mamá, tranquila que te llevo por lo menos 3 imanes para la nevera)
por vuestra ruta americana. Y sin olvidar a la abuela y su frase “Eso
es lo que les deseo a ustedes… que tengáis suerte… y que sigáis adelante.”
Siempre es de agradecer ese apoyo ¿verdad?
Mira qué casualidad que en la
respuesta anterior todo se basa en mi madre. Para nosotros el apoyo familiar es
básico. Siempre lo ha sido. Nos sentimos muy orgullosos de nuestra gente, de
nuestra tierra, del acento andaluz de la abuela, de la forma de ver la vida de
nuestros mayores. Nuestros padres han hecho un esfuerzo enorme para que
estudiáramos una carrera universitaria, y eso no lo apreciabas antes. Ahora sí.
Y en cuanto a la abuela (es la abuela de Raúl), pues sólo decirte que lo que
ella nos diga, va a misa. Pronto volveremos a preguntarle qué tenemos que hacer
para el siguiente año… es nuestra guía espiritual.
A raíz de esta última pregunta; me gusta eso de que si tienen que
ponerte un adjetivo, que sea alguno que te asocie a Andalucía. De todas formas,
tiene que ser todo un orgullo haber nacido en la misma tierra que el maestro
Paco de Lucía.
Paco de Lucía es el orgullo de
Algeciras. Yo toco la guitarra española, mi padre también, mis amigos, vecinos…
y todos hablamos orgullosos del algecireño más universal. Recuerdo incluso
cuando estuve de Erasmus en Suecia, la primera semana yo no tenía ni idea de
inglés… pero ni una palabra… en la primera fiesta se me acercó un alemán y me
habló en inglés… como veía que yo sólo sonreía y no le contestaba, supuso que
no lo entendía… entonces, como sabía que yo era de España, me dice: “Do you
know Paco? Paco de Lucía?”. Ahora es uno de mis mejores amigo. Paco nos unió.
¿Y cómo un tipo de ambiente cálido como tú, termina haciendo el
Erasmus en Suecia? ¿Queda ese síntoma de las suecas y José Luis López Vázquez?
(risas)
Pues yo no, pero alguno de mis
mejores amigos españoles que conocí en Suecia, eran discípulos directos de José
Luis López Vázquez… que dicho sea de paso, vaya pedazo de actor. Ayer estuve
viendo algunas películas del ya desaparecido maestro Berlanga… qué barbaridad,
qué manera más fresca de hacer cine.
Me resulta enternecedor que el niño protagonista de ‘Voltereta’ guarde
esa timidez y que además sufra de tics nerviosos que eran tuyos, incluso la
camiseta de Mortadelo y Filemón que lleva. ¿Piensas que para crear un personaje
ajeno siempre tiene que llevar algo de la personalidad del creador?
Por supuesto, pero no sólo el
personaje. La historia, la forma de contarla, todo tiene que llevar el sello
del director, porque al fin y al cabo el único que tiene en la cabeza lo que va
a quedar en el resultado final es el director. Si te basas en experiencias
personales, si introduces cosas propias, tus propios miedos, tus defectos, si
transmites eso a los actores, todo saldrá mucho más auténtico, porque sabes de
lo que hablas perfectamente. No me gustaría hacer una película que no tenga que
ver nada conmigo, porque no sabría hacerlo bien.
Contando con el miedo de ese niño hacia la inmensidad de la piscina,
¿existe algo de miedo cuando uno se tira a la “piscina”? (entiéndase “piscina”
como un nuevo proyecto desconocido en el que trabajar)
Sí, sin duda. “Voltereta” es eso,
es la metáfora de decidirte a hacerlo, de seguir el camino más difícil, pero
arriesgar, emprender. El niño de Voltereta tiene que decidir en un momento si
salta, si se arriesga a pegarse un espaldarazo, y encima todo el mundo lo está
mirando. Un poco lo que me pasó a mí a la hora de afrontar DE TODO EL MUNDO, el
primer videoclip que le hacía a Enrique Bunbury. Y al final saltamos a la piscina, con
voltereta y doble tirabuzón.
Siguiendo con ‘Voltereta’, que además está siendo un corto muy
galardonado. ¿Qué te hace pensar que el hecho de estar recorriendo el mundo de
punta a punta presentando este corto sea todo un reconocimiento a este trabajo?
Pues pienso que el cine es algo
universal, que cuando se cuenta una historia, por muy localista que parezca, si
trata un tema universal, como trata “Voltereta” sobre los miedos a emprender en
la vida, pues eso llega a todo el mundo. Pero tengo que reconocer que la abuela
de “Voltereta” triunfa mucho más en España… of course.
El nexo común del pintor, del escritor, del músico, del cineasta… del
artista en general, es la de contar historias y crearlas de la nada. Desde tu
punto de vista (y nunca mejor dicho), ¿Prefieres contar las historias que ves o
desarrollar las que imaginas? Vamos, que si en tu creación hay porcentajes
tanto ficticios como reales. El mejor ejemplo podría ser la historia que
inspiró ‘Matador on the road’.
Esta pregunta me gusta porque es
precisamente lo que a mi me gusta hacer. Partir de una historia o situación muy
real y transformarla en un universo propio de ficción. Eso pasó con
“Voltereta”, eso pasa con “Matador on the Road” y eso pasa hasta con el
videoclip DE TODO EL MUNDO. Una letra como la de esa canción, tan real, tan de
viajero, tan de persona errante, como es Enrique, y partiendo de eso, creamos
un Universo de ficción alrededor de esa metáfora de carretera hacia ninguna
parte.
Tener que dirigir a alguien como Juan Diego tuvo que tener su parte de
presión pero también su parte de orgullo. ¿Era algo premeditado contar con Juan
Diego o teníais más candidatos? Me consta que hay una buena historia tras ello.
Juan Diego es el Robert de Niro
español o más. Cuando rodamos en EEUU, mis compañeros americanos del equipo no
daban crédito a la calidad de actuación de Juan Diego. Efectivamente yo cuando
escribí la historia con mi amigo Raúl, no pensaba en otro actor que no fuera
él, pero lo hacía de forma ilusa, porque consideraba casi imposible
conseguirlo, sin pagarle y para que hiciera un corto en el desierto americano.
Pero parece que el que no lo intenta no lo consigue, y yo me empeñé y conseguí
contactar con el representante, Victor Juanes, maravillosa persona. Aún así,
Juan Diego no contestaba. Pero mi amigo Alex O’dogherty, gran actor también,
consiguió contactar con él directamente y le preguntó si se había leído el
guión. Juan dijo que sí, y que le había encantado, pero que no sabía como
contactar conmigo. Lo demás ya es historia… se vino, y nos dio a todos una
lección de cine y de energía.
Incluso la creación de “700 gramos films” junto con tu amigo y socio
Raúl Santos, me parece algo valiente y más viendo como está el asunto de las
subvenciones y el cine actual. ¿Cómo de fraguada teníais la idea antes de
montar el proyecto?
Esto es algo que ya llevamos
mucho tiempo. Fue hace ya 7 años cuando trabajábamos en una agencia de
publicidad explotados en Madrid, cuando decidimos que no nos gustaría trabajar
para gente nunca más. Por eso decidimos que nos gustaría crear nuestro propio
sello. Después la vida da muchas vueltas y no todo es tan fácil como parece.
Hay que dar muchas volteretas.
Supongo que las bromas, vivencias de viajes… eran corrientes, así como
malos ratos. Viendo las grabaciones en Estados Unidos (La trilogía del desierto
de California) o “La Roca”, ¿Tuvisteis algún problema con permisos y demás
vicisitudes a la hora de rodar?
Muchos problemas. Pero con humor
y con ganas de pasarlo bien, todo se pasa mucho mejor. Rodar en EEUU no es
fácil para los permisos. Son muy estrictos. Con LA ROCA también fue difícil,
por la complejidad de la historia, pero evidentemente rodando en nuestra
tierra, las puertas se abren más fácilmente.
No he podido evitar fijarme en algunas entradas de vuestro blog,
relatando –cual diario de bitácora- cada pasaje vivido tanto en la gira con
Bunbury como en los viajes por trabajo. ¡Hasta estrenasteis la web el mismo día
que os pusisteis en la carretera!
Eso es que fue casi consecuencia
de la gira. Veníamos pensando desde hacía meses hacer la web, pero nunca nos
decidíamos. Hasta que salió lo de la gira, y pensamos que sería una gran
oportunidad para relatar la aventura en un blog. Pero claro, para tener blog,
ya queríamos hacerlo bien, y poner todo: la web, los trabajos, organizar un
poco todo. Para eso contamos con la gran ayuda de nuestros amigos de Gokiburi.
Estrenamos la web el mismo día que comenzábamos la mejor aventura por carretera
jamás vivida. Eso había que contarlo. Aunque sólo lo leyera mi madre.
Después de haberte embarcado en el documental de la gira de Enrique
Bunbury y también os habéis encargado de los videoclips… va, reconócelo,
¿soñaste con ser un rockstar o al menos vivir una gira entera?
Por supuesto. No soñé con ser una
rockstar… siempre soñé con ser director de cine. Pero por supuesto que soñé con
subirme a una verdadera gira de rock con una banda de rock por el país más
rockero del mundo. Esto cogió más fuerzas cuando vi por primera vez la peli “Casi Famosos”. Pero es que
especialmente creo que es impresionante que todo pase tan rápido. El año
anterior yo vivía en New York y saqué mi entrada y fui a ver a Bunbury en su
gira Hellville. Nada me hacía pensar que tan sólo un año después, yo iba a
estar dando vueltas por el escenario a mis anchas con la cámara.
Desde luego, si lo soñaste o no… el espíritu ‘on the road’ tan viajero
que suelen llevar algunas estrellas del rock lo llevas en la sangre.
Y ahí volvemos a eso de la
pregunta de antes de si el creador debe poner cosas personales en las
creaciones. Evidentemente, si no me gustara el rock, la vida en la carretera,
la gira, EEUU, Bunbury, todo esto, pues no podría hacer esta película con la
misma pasión que la estamos haciendo. Disfruté con cada minuto de rodaje, y
sigo disfrutando con cada minuto de visionado en la postproducción. Espero
disfrutar igual en el estreno.
Si antes hemos hablado de dirigir a Juan Diego y la importancia de
tener frente a la cámara a alguien de su nivel, te temblarían hasta las
pestañas en aquel momento del backstage en el Azteca, con las luces apagadas y
escuchando el rugir de 90.000 almas que coreaban el nombre de Bunbury. Tú solo
y la banda. ¿Eras consciente de lo que estabas filmando en ese momento?
Ésta sí que era la primera vez
que nos subíamos a la magia de un concierto visto desde atrás. Después, en la
gira de EEUU, ya nos llegamos a acostumbrar a esos momentos previos al
concierto, que son mágicos. El otro día estuve en Málaga, con la gira Bunbury,
y estaba en la zona de camerinos con la banda y Enrique, recordando la gira. De
repente, Mostaza (director de producción) dijo la frase de “quedan quince
minutos para show” y no me separé de ellos hasta el mismo momento que salieron
al escenario. Yo ya no llevaba cámara, y no tenía por qué hacerlo… pero es como
una droga, ese momento mágico antes de salir a escena, esos abrazos, el público
rugiendo, la adrenalina… todo eso en el Azteca fue multiplicado por 100… y todo
está grabado… la magia del cine.
Supongo que una vez registraras aquellas escenas, visionarías más de
dos veces la grabación para asegurarte de que estaba todo correctamente.
¡Situaciones así sólo se viven una vez!
Exactamente. Lo comprobamos
varias veces. Pero está grabado. Espera lo voy a comprobar de nuevo, no vaya a
ser que se haya borrado. No. Está ahí todavía. Sí.
¿Cómo es trabajar con alguien como Enrique Bunbury, que no es muy
amigo de los video clips y de las cámaras en general?
Enrique Bunbury me sorprendió en
todos los sentidos a la hora de trabajar. Tenemos que diferenciar los
videoclips del documental, que es muy diferente.
En los videoclips, Enrique se
implica mucho, pero a la vez me deja mucha libertad creativa. Los dos hablamos
mucho de la historia, del estilo… y sobre todo de cómo lo tiene que hacer él.
Yo vengo de ficción, y a mi me han enseñado a motivar a los actores. Con
Enrique intentaba hacer lo mismo, lo trataba como un actor, porque él es un
pedazo de actor en su propio personaje, ese personaje que sabe caminar por la
carretera con la funda de la guitarra. Por supuesto que me imponía dirigir a
Enrique Bunbury en un videoclip, pero desde que pasa el primer minuto, y ves
que es uno más y que trabaja como todos para que el videoclip salga bien y encima
lo pasamos bien, ya todo se relaja, y eso se nota en el producto final.
En el rodaje del documental, es
distinto. Ahí costó más la relajación. Nosotros consideramos que Enrique y su
entorno fueron muy muy valientes prestándose a un rodaje de estas
características. Que te levantes por la mañana y ya te estén poniendo un micro
y te sigan hasta cuando comes, vas al baño… eso es un coñazo enorme. Pero
Enrique lo hizo. Eso sólo se puede hacer si hay una confianza total entre
filmmakers y artista. Si no hubiera conocido antes a Enrique en Los Ángeles y
no hubiéramos sido amigos de salidas antes, posiblemente nos hubieran echado el
segundo día. Pero lo superamos y ahora todos sabemos que lo grabado mereció
mucho la pena, y todos estamos deseando ver el montaje final. Pronto,
esperemos.
Y hablando de gente difícil de grabar… ¿Cómo fue la historia de aquel
“Bono” que hablaba con Enrique y los demás en los camerinos?
Bueno, eso son historias
graciosas dentro del rodaje, que hay cientos de ellas. Ésta fue idea de Nacho.
Preguntadle a él mejor. Nosotros ya mostramos lo que vimos. Yo creo que era
Bono… al menos eso me dijo Nacho.
¿Qué momentos de aquel viaje guardas con mayor cariño?
Pues guardo muchos, pero puedo
decir los que se me vienen a la mente:
La segunda noche de gira, después
del concierto de El Paso, al día siguiente, que Jose y Enrique nos invitaron a
comer a un italiano y hablamos de muchas cosas, sin cámaras, y que fue una
conversación totalmente necesaria para el buen transcurso del rodaje.
El día que comimos el jamón en
Charlotte, con toda la banda, con Alvarito haciendo las tortillas en Alicia.
La noche que vimos el último
episodio de Lost en Las Vegas, todos juntos, y el posterior debate.
Las interminables noches de
charla con Andrés, Raúl y Carlos para no dormirnos en el camino, en Alicia.
La tarde que toqué “La Flaca” con
Jordi Mena.
El día que estrenamos DE TODO EL
MUNDO, que estábamos en plena gira.
Enrique abriendo la nevera de
Alicia a las tantas de la madrugada buscando cervezas… y encontrando sólo
yogures.
Mirar por la ventana acostado y
ver pasar el paisaje de EEUU con tus propios amigos al lado… y a esto lo llaman
trabajar.
Y como despedida y como dice la canción... ¿“Al final… para un hombre
de mundo es muy exótico volver a casa…”?
Pues es maravilloso precisamente
por eso, porque es volver. Y para volver, hay que irse.
Texto: Bunbury España
Fotos: Alexis Morante