La herida universal de Julio de la Rosa (Ernie Producciones-King of Patio, 2010)
Hablar de la grandeza de Julio de la Rosa a estas alturas parece un ejercicio de simpleza emocional, pero, como todas las cosas evidentes a veces es mejor repetirlo por si la memoria de pez de esta sociedad revenida ejerce su presión. El Julio festivo, envilecido por ese vino tinto que te enciende los ojos en las tabernas, el Julio de El espectador, ha vuelto a las cavernas, al garito, no como depredador, más bien como observador de la fauna: De la Rosa plantea un LP cerrado, con el comienzo de Uno, levísimo compendio de ternura que nos obliga a abrir las persianas con Tan amigos, uno de esos temas que, una vez inoculado, crece dentro de ti, hasta ser parte de tus venas. Las camareras, con su ritmo simplista y sus ecos al Battiato más lúdico, nos emociona como una declaración definitiva (hasta la próxima) de intenciones, Entresemana, la crónica del desencuentro vital de una urbe, del amor como un pasivo arrinconado en la contabilidad de la vida, El temporal es una miniatura perezosa de té frío y reflexión, La Fecha en la tapa, como un rumbita mutante, el juego ibérico del danone y el cacaolat, con la verbena indie saliendo de los dedos de Abraham Boba. Volvemos a la crónica canalla que va del martes al jueves, todos saben que salir el fin de semana es de horteras, vamos a ver quién puede hacerse más daño de una sola vez, Hasta que te hartes. Sustentado por un órgano preciso y con una voz reventada en luz de media tarde, Julio elige como single, Sexy, sexy, sexy, la sutileza de lo evidente. No me mires con los ojos es una miniatura poética con violines de aguardiente y susurros de terciopelo. El traje nos trae el remedo más costero de De la Rosa, el que compone frente al mar con una guitarra y un chubasquero. Una mierda de canción comienza con un recitado macarra, de esos en los que Julio es un maestro, para introducirse posteriorme en un magma sónico, vertebrado por el colmillo afilado de un espectador anónimo, como si la cosa no fuera con él, casi sin solución de continuidad, aparece una vertiente disco, Violines de noche, el arreglo perfecto para un texto que remite al penúltimo baile etílico en la última pista de la ciudad. Un piano con una copa de menos da vida a El anzuelo, confesional y apátrida de los cuerpos, la delicadeza del instante sirve de arreglo para otra canción. El amor desperdiciado es una de las piezas más hermosas del disco, canción perfecta para dejar paso a Canción de guerra, el De la Rosa equilibrista, con el machete en la boca (tranquilo, no tengo ninguna intención de usarlo, a menos que des razones, sólo estoy aquí porque tú me lo pediste). Terminamos este particular viaje hasta el final de la noche con Resumiendo. Cierra la puerta al salir, deja la llave debajo del felpudo, cuando quieras repetimos, dejaré el móvil apagado, pero si te portas bien te escribiré una canción.
Un disco mayúsculo, exigente, de pasillos y cajas de mudanza. Julio de la Rosa, más grande que la vida.
Texto: Octavio Gómez Milián
Imaginería clásica del género (si quieres otra cosa, ¿qué haces abriendo este vinilo, chaval?), máscaras de El Santo, olas y sangría, Vuelven los Summers para convertir noviembre en el nuevo verano, el surf de los Vegetales, la inmediatez como modus operandi, más originales que el revival anglo de Mujeres, a través de las sagradas escrituras (con el sello Lee/Kirby, claro) de los Ramones, Nikis o Los Saicos, estas píldoras de dos minutos anfetamínicos de Los Summers, juegan en los coros de Todas las noches que no vas a bailar con el yeyé español de los Albas o los Kifers con las revoluciones subidas (nunca pitufas demasiado tu vida, cualquier amante del “pinch” te lo dirá), amagan el tributo a los Teen Tops a través del Despeinada del Palito Ortega (cuando era un joven de pelo largo, antes de hacerse gobernador y cuidar de Charly García), no paran con La casa en la playa, recuperando el inmenso “Seré luchador mexicano por ti”, baladón de escenario, para terminar de encender las hogueras en la playa. Pensaba escribir esta reseña sin un solo punto, pero me falta el aliento y ando escaso de bencedrina, me toca visitar escaparates, escapar del invierno, buscar un carnicero con un pack de cervezas, caer enamorado hasta que la baba me caiga, esperar en la esquina de tu calle, a ver si te pillo volviendo de donde vas todos los martes, escribir poemas malísimos cuando tú eres malísima conmigo y acabar resumiendo dieciséis canciones en una proclama, que por universal y repetida, no falla nunca: “Quiero estar contigo”. Nos vemos a la orilla del río, aquí no tenemos playa y el verano tiene otro color.
Texto: Octavio Gómez Milián
"No temáis por mí" de Hendrik Rover (Guitar Town Recordings, 2010)
Hendrik Rover con este “No temáis por mí” nos demuestra que juega en la liga del Lapido más americano, escarbando el corazón de un camino donde suenan canciones que hablan de espacios abiertos, de carreteras amplias donde uno encuentra cobijo contra la tormenta, canciones donde los violines vuelan libres y las cuerdas de la guitarra acústica son el último enganche con un mundo que se desmorona. Hendrik Rover recoge la tradición española de los que usaron a los fuera de la ley como referencia, de los que se miran en el espejo esperando ver a Kriss Kristofferson en su reflejo, me recuerdan a ese hermoso misterio que fueron Dos Lunas, incluso el Loquillo de “Mientras respiremos”, aquel en el que Gabriel Sopeña aportaba corazón y palabras. Un disco crepuscular, construido a base de confesiones de motel, de estrellas pintadas en el techo de la habitación, del perezoso narcótico que es la luz del atardecer entrando a través de una ventana que sólo es tuya ese día. Un ejercicio de estilo elegante que alcanza el sobresaliente por unos textos cuidados, de esos que dotan de personalidad las tonadas, evitando la fotocopia. De lo mejor de este año, la verdad.
Henrik Rover estará tocando el próximo sábado 20 de noviembre en la Ley seca de Zaragoza.
Texto: Octavio Gómez Milián
Texto: Octavio Gómez Milián
Chicle: Max Capote.
Texto: Octavio Gómez Milián
Texto: Octavio Gómez Milián
Texto: Octavio Gómez Milián
Texto: Octavio Gómez Milián
Texto: Octavio Gómez Milián
Texto: Octavio Gómez Milián
Texto: Octavio Gómez Milián
"No temáis por mí" de Hendrik Rover (Guitar Town Recordings, 2010)
Hendrik Rover con este “No temáis por mí” nos demuestra que juega en la liga del Lapido más americano, escarbando el corazón de un camino donde suenan canciones que hablan de espacios abiertos, de carreteras amplias donde uno encuentra cobijo contra la tormenta, canciones donde los violines vuelan libres y las cuerdas de la guitarra acústica son el último enganche con un mundo que se desmorona. Hendrik Rover recoge la tradición española de los que usaron a los fuera de la ley como referencia, de los que se miran en el espejo esperando ver a Kriss Kristofferson en su reflejo, me recuerdan a ese hermoso misterio que fueron Dos Lunas, incluso el Loquillo de “Mientras respiremos”, aquel en el que Gabriel Sopeña aportaba corazón y palabras. Un disco crepuscular, construido a base de confesiones de motel, de estrellas pintadas en el techo de la habitación, del perezoso narcótico que es la luz del atardecer entrando a través de una ventana que sólo es tuya ese día. Un ejercicio de estilo elegante que alcanza el sobresaliente por unos textos cuidados, de esos que dotan de personalidad las tonadas, evitando la fotocopia. De lo mejor de este año, la verdad.
Henrik Rover estará tocando el próximo sábado 20 de noviembre en la Ley seca de Zaragoza.
Texto: Octavio Gómez Milián
Buenosaurios: Leyendas de la
noche de los tangos de Acho Estol
Acho Estol es el compositor y
líder de La Chicana, un porteño de pura cepa que sobrevuela como en aquella
canción de los Soda Steréo, su ciudad de la furia, junto a un puñado de
excéntricos cantores, rockeros y hermosos ángeles caídos en desgracia. Tango clásico,
tango abierto, no sólo tango. Buenosaurios tiene el toque mítico de las noches
de Buenos Aires, donde se mezcla El Eternauta con Juan Forn y todos agarran a
Rodrigo Fresán y le dicen: “Anda, pibe, déjate de tanto inde y ven a bailarte
un candombe”. Viejos discos de piedra reproducidos en el abismo digital, vino
tinto salvaje y en el segundo tema aparece la voz del aragonés adoptivo
(búsquenlo en las esquinas más inclinadas de Huesca) Ariel Prat masticando
versos y electricidad. Me entrego al disfrute en la voz de Chino Laborde,
revisando las palabras del tango y tras la primera parada para fumarme un faso,
saco a una mina a bailar, la voz de Rodrigo de la Serna cantando la vida de
Cristobal, vuelta y vuelta, la historia del que se apaga porque su luz
deslumbra demasiado. La que se me escapó tiene el punto poético inmediato de
los tangos universales, amargo y arrastrado. Planeta rojo es el primer tango
con letra de ciencia ficción que he escuchado. Como si el Battiato de la Vía Lactea se mezclara con una orquesta de
steampunk. Igual de evocador, no se preocupen. Y de pronto Manuel Moretti, el
mejor tanguero narcónito que uno puede imaginar, nunca falla el líder de
Estelares, en todos los extraños lugares del mundo, su voz se impone al
atardecer. En una nana, en el vals de la arena que se desliza. Histriónico,
casi cabaretero, el señor Palo Pandolfo, guitarra eléctrica y bandoneón, una de
las cumbres del disco con Putas Tristes. El Tango del Diablo, escrito al
susurro de Mújica Laínez, la sombra burlona que se esconde en el cruce de
Corrientes. Emociona Camaleón de varieté, el amor espera a un lado del muro,
espero a que vuelvas a mi cueva. Extraño tanto el tiempo en que los discos de
Antonio Birabent me ayudan a vivir y cada libélula que iluminaba el techo de mi
habitación reordenaba el azar, cuando el chico moderno y guapísimo daba
recitales en el Ateneo y cantaba “Estoyesperandoalhombre” acompañado de
“wildman” Pettinato, hoy, en la mañana de Nochebuena, Antonio vuelve, recién
duchado y con los ojos rojos. Cerramos esta hora zero con las palabras del
Profeta, porque siempre habrás más vidas por vivir en la hermosa Buenos Aires,
atrapada en el pleistoceno o con un bandoneó amplificado.
Texto: Octavio Gómez Milián
Chicle: Max Capote.
Las andanzas
de Max Capote exigen tener siempre soda en la heladera para poder
combinar con gracia. No vale un refresco cualquiera, porque el sabor, como el
de las bocas que besas, tiene que ser muy preciso. Como un Xavier Cugat
a la orilla del Río de la Plata, tenemos ese aroma de bolero de aguardiente,
cuando la banda del hotel ha dejado de tocar los malos covers del
pase y se deciden a hacer un tema lindo, con voz quebrada e instrumentación
canalla. Menos psicótico que Daniel Umpi, con un corte de americana más
blues que Sergio Pángaro, cuando uno escucha Culpable sabe que
pasar las noches solo es un insulto a la vida. No te voy a convencer es
tan fronterizo que no sabes muy bien qué países separa (ahora mismo es lo menos
importante, la verdad), y luego llega la versión de Perfidia, con el
toque marciano suficiente como para que uno pondere la opción de subirse al
contrabajo y volar al espacio exterior en busca de los besos más extraños de la
galaxia. Mambo para diabéticos, balada tétrica y suburbial en Hermano y
un órgano surgido de lo más profundo del pantano para sostener Y ahora estás
llorando, como un crooner desabrochado que vuelve tambaleante del baño. Con
la versión de Azuquita pal´café de El Gran Combo, cerramos este
inmenso catálogo de vitalidad en forma de canciones, trompetas y maracas, tengo
cerillas suficientes para prenderle fuego al mundo, ¿te animas y me acompañas?
Texto: Octavio Gómez Milián
De sombras y sueños de José Ignacio
Lapido (Pentatonia Records, 2010)
Fui un “Lapidiano” tardío, lo confieso,
pero un día compré un saldo de 091, de esos con los que las compañías, como
monstruos de Lovecraft, extienden sus reptantes miserias. Amalgama de
canciones que sonaban a lo que tenía que sonar la vida. Luego vi una antigua
foto de José Lapuente con una camiseta de la banda de Granada y una
noche me explicó que Lapido había marcado la línea y que a partir de
entonces sólo nos quedaba caminar sobre ella. En estos tiempos consumibles los
discos no se escuchan, sólo dejas pasar rápido las canciones y las olvidas. Los
de Lapido han vertebrado mi imaginería durante años, En otro
tiempo, en otro lugar es una obra magnífica y con este De sombras
y sueños, he visto la película más de una docena de veces. Se abre con El
más allá, un tema por el que Nacho Vegas mataría. Lapido no
quiere convencernos que vive a la orilla del Missisipi, todo lo que tiene te lo
enseña con cada acorde. Una banda muy engrasada, básica y eficiente, con la
hermosa pincelada de Eva Amaral en Doble salto mortal, casi de
cajita de música, de nana amarga o en Antes de morir de pena, que tiene
un poso narrativo tan deslumbrante que casi asusta. Señor Lapido, con su
permiso, me llevo sus canciones a la carretera, creo que no hay ley escrita que
lo impida, escucharé Sueños que dejamos ir mientras trato de recordar
dónde están las cassettes de Roy Orbison que mi padre me regaló. Claro,
todo el mundo habla de Quique González y yo no lo entiendo, me gusta tu
estilo, pero eres demasiado joven como para entenderlo. Asumamos que La hora
de los lamentos es superior a A hard rain is gonna fall y que Miguel
Ríos puede ser el ángel que nos salve de la debacle. Canción del año, con
la épica justa para golpear la pared hasta la extenuación. Olvidé decirte
que te quiero, con su candencia de blues terminal, recuerda el tiempo en el
que nos juntábamos en las encrucijadas y susurrábamos versos antiguos esperando
convocar a los demonios del delta. Las imágenes de Cansado me hacen recordar
por qué disfruto con Manolo Tarancón o Hendrik Roever pero siempre espero que
el poeta eléctrico vuelva. El Lapido más rockero hace su aparición en Lo
creas o no, con el fantasma de Strummer sobrevolando los amplificadores,
hazlo fácil, pero hazlo con sinceridad, es lo único que te pido. Es el momento
de volver a tomar la acústica y reivindicar la parte más narcótica de la vida,
¿existe lo mesiánico en lo cotidiano? , algo así nos cuenta Nadie espera.
Algo falla, volvemos a finales de los ochenta, camisas de lunares blancos y
patillas fuera de onda, el día que grabaste en VHS el último baile y pensaste
que la su ausencia (la de ella) era tu particular Nofuture. Dime que
camine despacio a tu lado y te silbaré tonadas que rebotarán contra Paredes
invisibles, una vez que pasó el huracán uno no sabe qué hacer, los
escombros tienen mala pinta y tu locutor favorito hace mucho que dejó de
emitir.
Tú que hiciste aullar a los profetas,
diste aguardiente a los ancianos y regalaste frutos secos a los niños, que se
haga la luz a tu alrededor para que así veamos que has vuelto a esconderte.
Texto: Octavio Gómez Milián
Teóricamente
imperfecta de Domador (King of Patio, 2010)
Después de una
serie de maquetas sobresalientes, un primer LP ligeramente fallido y un directo
donde la experimentación, el pop y la literatura pánica se mezclaban en
perfecta simbiosis, a Domador sólo les quedaba la electrónica. Espera,
para un segundo, rebobina, eso es... por qué no dices la verdad (¿Que yo
también quiero ser importante? No, eso no...). La verdad en este tiempo es algo
relativo, como el concepto de canción, empiezo a pensar que a la electrónica ya
sólo les queda Domador. Teóricamente imperfecta (disco del
año en la música aragonesa 2010 según Espíritu Margot) se abre con una
canción absoluta, Nuevos experimentos con la muerte, donde la imaginaría
de los Niños del Brasil consigue que el tecnopop resulte auténtico. La
postmodernidad exige autorreferencias y reciclaje, entre la basura digital
encontrarás las últimas crónicas de los Hombres Farolas. Los
Invertebrados es la máquina nova cociendo a fuego lento los sueños más
ácidos de William S. Burroughs. Pop pánico pasado por secuenciadores,
películas de serie zeta japonesas, un número perdido de Planetary,
proclamas para una revolución que ya ha terminado y de la que no hay reseña
alguna en los libros de historia, instrumentales de relleno, ruido de fondo en
un televisor analógico, arreglos compuestos con un teléfono móvil de segunda
generación (has escuchado Chica calva, chica feliz, todo el mundo dice
que es su single), La tercera guerra mundial sigue la escualidad lírica
de De Vito para proclamar que la verdad está en lo repetitivo y Be
caos iterará hasta que arrastramos nuestras neuronas epilépticas al
siguiente motel (allí un instrumental sin título balbucea versos paganos). Abre
el interfase y recibirás cinco minutos de descargas para terminar, Cabeus
o como abrir la caja del diablo sin instrucciones.
Texto: Octavio Gómez Milián
Reseña Zaza de El Hombre Lento (Autoeditado, 2011)
Como la picadura de una avispa
pasada de metanfetamina, como el corte de una guitarra infectada de mercurio,
así suena el nuevo disco de El Hombre Lento: lírica alucinada
para electricidad al filo de la navaja. Masticando cristales que le hemos
sacado de la boca a Ian Curtis caminamos por las calle de
ZAZA, las imágenes de Castejón son propias de un Willian
Borroughts en pleno ataque de epilepsia. Antípodas es una de
esas canciones que se injertan en un lóbulo útil y deciden marcar el ritmo de
tu vida repitiéndose hasta la extenuación. Ucronía y apocalipsis, ponme al
revés, ponte del revés. Mucho mejor, como diría Leonard Cohen
en The Future: No sé qué son esas luces que surcan el
cielo, pero los ejércitos valientes son los primeros en rendirse. Las
guitarras acústicas de Morir construyen un espacio alrededor del
oyente, narcótico para las últimas respiraciones. Veneno es un clásico
ya del directo de El Hombre Lento, su interpretación en el
escenario del Café Hispano hace unos meses, mientras teloneaban a Antonio
Arias, tuvo que seducir al viejo reptil eléctrico para producir este Zaza,
grabado el pasado mes de Agosto. Veneno incluye versos minuciosamente enfermos,
de épica chatarrera (de sangre y cielo, claro). Surfer go faster! es
como una canción de los Meteors tocada en la orilla de una
playa impregnada de anticongelante para neveras, macarra como sólo puede ser
macarra una canción interpretada por zombies. De la playa volvemos a la
esquinas, a los callejones...Libre de Ghettos, la sección rítmica de Guillermo
Mata y Carlos Gracia reventando tímpanos,
revolucionados, manejándose en todos los frentes. Tu fortuna, mis esclavos,
es el momento de la respiración contenida, con guitarras delicadas (aquí la
polivalencia de JJGracia, capaz de ir desde Gram
Parsons al arreglo puramente Sister Ray como si nada) que se elevan
como el sol tísico de las mañanas de invierno. Pero volvemos a subir las
revoluciones, soy el yonqui que camina sobre el alambre, hago lo que sea, no
tengo mañana pero leeré el tuyo por unas monedas, Mírame, mírame por
favor y podré dejarme caer tranquilo. Hay tanta muerte alrededor,
palabras escritas en boca de otro, palabras escritas para mí, soy el fantasma
que nadie recuerda y veo todavía no os habéis dado cuenta de que estáis tan
muertos como yo. El óxido del techo es un hermano bastardo de Abrir
el cielo, el tiempo de la muerte blanca creciendo como estalactitas
nocivas en nuestra habitación, una canción para cerrar la puerta, para
sumergirse en el líquido del adiós. El mejor disco del año, no me digas lo
contrario, no esperes que te escuche, El Hombre Lento camina
conmigo, no me soltará el alma.
Texto: Octavio Gómez Milián
Concierto El Hombre Lento presentación de Zaza en La Casa del Loco (12 de
Febrero 2011)
Esta crónica podría resumirse en unas pocas palabras: El Hombre Lento es la
mejor banda alternativa aragonesa. Tanto por su directo como por sus canciones.
Con esto tendría que valer, SayNoMore como diría el gran Charly García. Pero no
me quedaré en silencio, enjuagaré las gotas de electicidad febril que cubren
mis ojos y desatascaré los tímpanos intoxicados para hablar, para escribir
sobre el concierto del sábado de El Hombre Lento. Sin palabras entre canción y
canción, dejando que las imágenes hablaran, que la epilepsia interpretativa de
Chiqui Castejón, armado con una acústica negra arrancada de las garras de Johny
Cash, devolviera nuestro cerebro al purgatorio de las mejores alucinaciones,
que la guitarra enrabietada de JJ. Gracia mascullara lamentos extraídos del
punk elegante, del mercurio arenoso, de la noche abierta con farolas reventadas
a pedradas. Ambos, junto al irredente bajo de Guillermo Mata y la precisión salvaje
de Carlos Gracia, mecanizan un combo lisérgico de agresividad intelectual que
desgrana canciones sobre la muerte blanca, las pistolas orgánicas y el hastío
de los techos. Zaza es el hogar último de los ángeles exterminadores, la posada
fin del mundo para los beatniks adictos a la morfina, Zaza es tan industrial
como los paraísos abandonados llenos de máquinas oxidadas. Bolero de ginebra y
psicodelia metálica de la escuela de Battiato. Óxido del bueno para nuestras
venas, arrugados por tanta banda impostada y tanto llorón de sobremesa. Me
gustó cuando Big Boy subió y machacó la pandereta como si estuviera asesinando
a Bob Dylan, me gustó el tres porque es cuatro menos uno y así no hay manera de
cuadrar las divisiones, me gustó El Hombre Lento porque es música de la que te
hace sentir vivo en mitad de la enfermedad.
Texto: Octavio Gómez Milián
Concierto Lijas en la Ley Seca (18 de Marzo de 2011)
La poesía del vampiro Javier Carnicer, los mantras del duende Justo
Bagüeste, las imágenes hipnóticas de Orencio Boix, ingredientes de una mixtura
que tiene mucho de alquímico. Lijas se presentó en una Ley Seca en la que
convivían artistas, escritores, fanáticos del spoken word y analógicos y
postmodernos de distintos pelajes. Rock recitado sostenido por saxofones, por
samplers imposibles, por caminos indiscretos en blanco y negro. Las voces de
las mujeres invisibles servían de alimento a los sueños, demasiado tiempo,
demasiado bien. Barajando los temas originales hasta alcanzar una amalgama
sincrética, de club nocturno, de respiración entrecortada, de picadura de
serpiente. Flor de ceniza, la oda al penúltimo piel roja, sonó chirriantemente
tóxica, el panegírico al penúltimo ángel de Bajo continuo (más cerca del
purgatorio que de la tierra rojiza), el despertar de la pesadilla al ritmo de
cuchillos y cristales que es Dominio, El Lamento del Misántropo, santo cáliz inesperado
para todos los chupasangres o el aura narcótica de Soñador Insomne, como un
opiáceo de rimas, Lijas seduce a la vida con la sombra de la muerte. Al final,
cuando la cocina del alma ordena el cierre, el blues del suicida, lanzándose al
mar y encontrando un tesoro, vencidos por las sirenas, nos dimos cuenta de que
habíamos recibido un corazón de plomo con el que fabricar nuestros
pensamientos.
Texto: Octavio Gómez Milián
Reseña de DA (Grabaciones en el Mar 2011)
Con su anterior entrega, Pulse y espere, DA (o sea, Dani Garuz y aliados)
comenzaba a dar muestras de su gusto por la experimentación, estirando los
límites de la canción pop hacia regiones novedosas. Su tercer disco, DA
(Grabaciones en el Mar) es el paso definitivo, teclados mutantes, acústicas
dulcísimas, voces que van y vienen, ritmos imposibles, spoken word... todo en
la turbadora mezcolanza que bulle en la cabeza de Dani Garuz (responsable de
todos los instrumentos, salvo las baterías y percusiones de su compañero de mil
proyectos Enrique Moreno y coros de Bigott, Samuel Zapatero, Erika Beitia y el
mismo Moreno). Cuenta conmigo, himno paródico AOR, con unos coros macarras,
abre el disco, para dejar paso a la épica psicótica de La Compostadora donde
Garuz conjuga requiebros melódicos con un texto casi ballardiano. Perdida, con
colchón de guitarra acústica, acentúa de manera arbitraria la estructura para
llevarte hacia ese camino imposible donde Barret se mezcla con los hermanos
Batista. Aunque Garuz siempre ha sido un buen amanuense de canciones, capaz de
guiñar el ojo con picardía a cualquier noche y ser un narrador contenido de
colmillo afilado, y así nos entrega Discobares amigos. El Bowie más sutil
aparece en Sonámbula, una referencia (sobre todo el Bowie de Heathen o Hours),
que siempre se ha podido ver en los discos de DA, mientras que Último deseo nos
trae al Garuz más clásico, el de aquel pulcro Dormidos en el zoo, evocador y de
lírica mínima. Niño de mamá, como la intro de una versión actualizada de La
Fuga de Logan, juega de nuevo a la reiteración abstracta, futurismo recitado,
teclado percutor. Sería fácil hablar de Kraftwerk en Esclavo Einzelhaft, pero
las referencias postmodernas lo acercan más hacia Futurama que al Aviador Dro,
un Coppini con interfaz usb en el lóbulo frontal tocando canciones imposibles
de La Mode. Juegos adolescentes, canción redonda, de estribillo “papapa”, de
esas que Garuz es capaz de componer en medio suspiro. El cierre con Standing
Baba, un mantra de reminiscencias sixties, un guiño a la etapa blanca de los
FabFour, nos deja, como siempre con DA, sonriendo y con ganas de repetir.
Una portada muy cuidada, con la firma de Yann Leto y la masterización a
cargo de Javier Roldón del Vacuum Mastering (en pocos meses se ha convertido en
un clásico), hacen del tercer disco de DA uno de los ejercicios más arriesgados
del pop aragonés de los últimos años. Aunque, la
verdad, no esperábamos menos de Dani Garuz.
Texto: Octavio Gómez Milián
"Vías Cruzadas" de Pato Badián&Hernán Filippini
Como una estampa que se te escapa de la retina mientras avanza el tren, con
la magia de un vaso de agua fría llevada a tu mujer en la madrugada sedienta
del domingo, una vez el que esto escribe pasó meses enteros escuchando a Raly
Barrionuevo y sus Noticias del Alma mientras añoraba el vino caliente que
fermenta bajo la estrella azul. Hoy, con Vías Cruzadas de Pato y Hernán y su
delicada revisión de parte del folklore argentino, vuelvo a aquellos días. Vías
Cruzadas es un disco leve, de voz y guitarra, de percusiones selectas y mucha
poesía, poesía de la que se queda dentro, de la que no te pide, solo te da. Un
recitado de voces mezcladas abre el LP, Salidas, para continuar con María Lando donde la dramaturgia de la
chacarera se mezcla con la oscuridad del arrabal. La paciencia pobrecita, como
el tejido hermoso que se construye cada tarde, pulsión de guitarra criolla,
vuelve al cancionero de María Elena Walsh y Campo afuera trae la frescura de la
chacarera con la fuerza del que mastica la tierra y La Pomeña es un tema del
Cuchi" Leguizamón de metáforas poderosas. Cristal es un tango de Mario
Mores, tango que me hiciste mal, sostenido sobre el bandoneón infinito de
Marcelo Mercadante, frágil, más Mercedes Sosa que Piazzolla, de pasos cortitos,
de pasillo eterno en la casa de la vida. Más poesía, palabras de Daniel
Rabanaque para el ritmo de guitarra de Santiago del Estero, Déjame que me vaya,
de la estirpe de los Carabajal, agridulce como el espejo quebrado de una ruptura.
Razón de vivir es una letanía que celebra la luz de lo cotidiano, donde la voz
de Pato tiene la lija del que sigue y sigue, Razón de vivir trae la garganta de
arena del flamenco, un tema de Víctor Heredia que hizo grande la Negra Sosa
acompañada de otra dama de la tierra, Lila Downs. Tonada del viejo amor es una
de esas canciones que hacen grande el cancionero tradicional argentino y que
este país, por ombliguista y cerrado, ha obviado durante años, está bien que
dos argentinos afincados en Zaragoza, nos regalen su talento a traves de
palabras y cuerdas. El siguiente tema nos trae a Discepolín, Enrique Santos
Discépolo, armados solo de toque y voz, el dúo arrasa con las miserias del
tango hasta cantarte directamente al corazón. Esta noche prometo que me
emborracho al ritmo de tus golpes en mi cuerpo de madera. Salamanqueando pa´mi
trae al diablo del violín marcando el ritmo del taconeado en una percusión
hechizera de Javier Payarola, un exorcismo de fiesta, la chacarera del que
cruza los dedos al llegar a un cruce de caminos. Vuelve el vampiro del
bandoneón, que cada noche entra en la habitación y bebe de nuestros sueños, en
Honrar la vida, Pato suena como una diva soul, fresca e impagable. El cierre de
este magnífico disco es La Extranjera con Pato cantando a capella un tema de
Liliana Felipe.
Reseña de Canencia (La Pera
Records, 2011) de Decalles
Vuelven a la ciudad los
Decalles...vuelven más bien a sus escenarios con material nuevo, caliente,
calentísimo, canciones de barra y nocturnidad esta vez aliñadas con algo de
bucolismo urbano (los paseos en el parque, se pueden hacer tantas cosas
buenas...(y malas) al amparo de los arbustos). Grabado en Canencia, sierra
madrileña que da título al disco, rock de buena graduación, aunque el fermento
sea joven, el destilado alcanza niveles notables. Se abre con Mi sitio, corte
cristalino de esos que remiten al final de los ochenta españoles, con una
elegante aplicación de los metales y sigue con Tiempo perfecto, Javi Martelli
mastica versos trepidantes, estribillo exactos, un ejemplo de cómo una banda de
rock puede hacer una buena canción pop. Canallas en Chicas de cuero,
caperucitas feroces y princesas de las que se encontraba Pepe Risi en los
garitos de Malasaña, como un disparo que recorre la ciudad embuida en unos
pantalones de pitillo casi ilegales y cierra con
La última canción, arrastrado por
la electricidad cansina del que ha vendido su alma en un cruce de caminos,
baladón en tono épico, salpimentado de un hammond reluciente, para cerrar un
apetitoso EP de una banda, Decalles, que crece, puliendo aristas, dejando una
producción exquisita que espera el directo.
Disco ruido de Sistema Solar (I+D
Music, 2011)
Una de esas bandas escondidas del
ander latinoamericano, de las que juegan con los sintes y las baterías hasta
crear un mejunje que sólo te invita al baile y la intoxicación lumínica.
Sistema Solar nos llega de mano de I+D Music, dándole lametazos a la herencia
tecnopop ochentera, a las partes más sintéticas de ChickChickChick!! (esas
percusiones de Rainchecks, con las que se abre el LP, abría que samplearlas y
ponerlas como asignatura obligatoria de cualquier remezcla que se precie), a la
parte lúbrica de Ladytron o los momentos menos psicóticos de Plastilina Mosh.
Una banda donde los ritmos son de todos los colores, entregando material para
12” en cada track, Go twisters es como el subidón en una discoteca de las
afueras de Bogotá (donde Héctor Buitrago cocinaba nuestros cerebros a fuego
muy, muy lenta), una y otra vez, tan adictivos que uno acaba sintiéndose trendy
a mitad del disco. Sol y Amorfos, como la banda sonora de una película de El
Santo en la que viajara al Marte fronterizo que soñaron los Babasónicos, con
sus risas de Birkin revestidas de la postmodernidad de caja de ritmos. Magnetic
Pluto, narcosis en estado puro, te digo adiós con la mano, mientras las gotas
de mercurio caen como lágrimas sobre mí. I´m your number, al ritmo de los
8bits, démosle una oportunidad a los programas de composición de un Spectrum,
emulación power mientras subimos el pinch!
Mezclar inglés con español siempre es arriesgado, a menos que seas un
Paranoiac, capaz de dominar más de un millón de lenguas y varios dialectos
planetarios. Cierre con Morfeo, la canción que llevaría Martín Mantra en su mp3
cuando saliera del DF en busca de Godzilla. Un disco que mezcla la diversión
electrónica del baile con algunas de las canciones más evocadoras y elegantes
que he escuchado en mucho tiempo. Sobresaliente, ganas de verlos en España muy
pronto.
Magnetic Pluto y Paranoiac
cortadas por el patrón de los nunca suficientemente reivindicados Luxury 54,
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