Con un “buenas noches, México” al terminar de cantar la primera canción de la noche, Enrique Bunbury encendió el pasado jueves los ánimos de 18 mil fervientes fans reunidos en el Palacio de lo Deportes, dentro de su gira Helville de Luxe, la cual estaba planeada originalmente para recorrer España hasta diciembre, pero que por afortunados azares del destino hizo un intermedio para venir exclusivamente a dos conciertos en el DF y Guadalajara.El cantante español, tras las presentaciones del año pasado con Héroes del Silencio, volvió ahora en solitario y recargado de energía con un disco lleno de sorpresas, giros poéticos y guiños, incluido un curioso homenaje al Chapulín Colorado en la frase: “Nos salvaremos juntos y cambiaremos el curso de la historia con paciencia y humor. Nadie contaba en serio con nuestra astucia y eso es irremediablemente cotidiano”.
Acompañado de nueva banda y vestido como un cowboy, de negro, sombrero y lentes, desde que pisó el sobrio escenario se adueñó de él con sus característicos movimientos teatrales.
A las 21:30 horas, en medio de los gritos impacientes del público y la ola humana en las gradas, se apagaron las luces y arrancó el concierto, integrado en su mayoría, con temas de su reciente producción (quizás debido a ello sólo la mitad de las canciones fueron coreadas y la otra mitad escuchadas con atención y acompañadas con aplausos).
“El club de los imposibles”, “Señorita Hermafrodita” y “Hay muy poca gente” fueron entonados con pasión por el cantante español, arropado ya por el prisma de luces del escenario y el mar de luciérnagas ondulantes salidas de los celulares de los seguidores.
Y le siguieron “Bujías para el dolor”, “Si no fuera por ti” y “Sólo si me perdonas”.
Pero las canciones que convirtieron el lugar en un enorme karaoke fueron las de batalla: “Sácame de aquí”, “El extranjero”, “Desmejorado”, “Apuesta por el rocanrol”, “Sí” y “Lady Blue”, con la que dio por cerrado en un primer momento el concierto, pero volvió hasta en dos ocasiones ante los gritos de otra, otra, otra.
Atacó con “Me calaste hondo”, “El hombre delgado que no flaqueará jamás” y “El viento a favor”.
En una segunda despedida dio gracias a los asistentes con un “Dios los bendiga. Hasta siempre hermanos”.
Pero regresó para rematar con “Los restos del naufragio”, “Irremediablemente cotidiano”, “El mismo dolor” y “Al final”. Y brindar con el público: “Por ustedes, por sus hijos, por sus padres.
Mesonero, una ronda para todos”, en una sugerente invitación para celebrar el reencuentro entre dos entrañables amigos, que en realidad nunca han estado lejos uno del otro: Bunbury y los fans mexicanos.
Fuente: La Crónica de Hoy







