Bienvenido a BunburyEspaña

Puedes seguirnos en las redes sociales o suscribirte al feed.

¡Suscríbete a nuestro blog!

Recibe en tu correo las últimas noticias del blog. Sólo ingresa tu correo para suscribirte.

martes, 24 de febrero de 2009

Enrique Bunbury trae su infierno al escenario. Nueva York

musica/photos/stylus/72260-Bunburylarge220.jpg

Lugar: Roseland Ballroom (New York)
Fecha: 17 de febrero de 2009.

Enrique Bunbury es uno de esos artistas que no da margen a los matices: se le detesta o se le ama, o se le ama y detesta a la vez, siempre sin tibieza. En sus discos, Bunbury, a veces, aparece “un poco demasiado” ególatra, con ínfulas de grandeza que pueden ser discutibles.

Sobre el escenario del Roseland Ballroom, Bunbury presentó un espectáculo nuevo, con un mal viejo: el egocentrismo y el narcisismo del cantautor español que se vuelven a hacer protagónicos. Pocas fueron las ocasiones, a lo largo de su espectáculo de más de dos horas, en las que pudo verse a alguno de sus músicos en un rol protagónico. Y, quizá, no hay nada que reprocharle. El cantante sabe bien que durante sus espectáculos, a la gente que acude a sus conciertos solamente les importa una cosa: él.

El oriundo de Zaragoza, o el “aragonés errante”, como el mismo se hace llamar en una de sus canciones, se vio mucho más comunicativo y receptivo que en sus previas presentaciones en la ciudad de Nueva York. Presumiblemente, esta nueva actitud puede haberse gatillado tras haber realizado una extensa gira el año pasado junto a su ex banda, Los Héroes del Silencio, con quienes agotó todas las entradas de casi todos los conciertos de dicha gira, algo que él nunca ha conseguido al mismo nivel con su carrera en solitario.

Un sonido mucho más orgánico y derechamente rockero fue evidente desde los primeros acordes de "El club de los imposibles" y la encargada de darle el puntapié inicial a la noche. Ante la espigada figura de Bunbury, vestida con un traje de terciopelo negro, sombrero cowboy, gafas de aviador y uñas pintadas de rojo, el público encendió de inmediato, casi como si tratase de una especie de Jim Morrison hispano.

En una notablemente armónica sincronía con su nueva banda, el español logró amoldar y aunar de manera cohesiva sus canciones nuevas, como “Bujías para el dolor” y “Si no fuera por ti”, con algunos de sus clásicos como “Infinito” y “Los restos del naufragio”, éstas últimas siendo las más coreadas por la audiencia.

La indumentaria de Bunbury y sus músicos se barajó a lo largo de la noche entre tonos rojos, negros y blancos, lo que aunado a un par de pantallas abocadas a los mismos colores, se encargaron de crear el ambiente pagano de “Hellville Deluxe” para esta gira. Confirmación de esto es el nuevo pedestal que Bunbury está usando para su micrófono, el cual está tapizado de punta a punta con repetitivos pequeños cráneos calavéricos. La intrínseca egolatría de Bunbury relucía en la correa de su guitarra, también hecha a mano con una leyenda a grandes letras blancas que leía “BUNBURY”.

Pero además de la apasionada interpretación de sus composiciones, en las que ni su voz ni su banda flaquearon en momento alguno, la inteligencia con la cual fue concebida esta gira también quedó de manifiesto. Para cuando Bunbury interpretó las canciones del disco “Flamingos”, las pantallas que sirvieron de fondo para la velada ahora proyectaban imágenes que reproducían los clásicos rótulos de los neones de Las Vegas, haciendo que el espectador hiciese una directa correlación con el concepto de aquel disco, abocado a la crítica de la decadencia del mundo moderno. Para canciones como “El Extranjero” y “Me calaste hondo”, los visuales proyectaban un libro que se iba escribiendo al andar, con letra manuscrita e ilegible.

Acabando la noche, Bunbury no dio espacio al desconsuelo. Tras haber interpretado más de una veintena de temas, cambiarse de atuendos tres veces, y volver al escenario dos, Bunbury se despidió de sus seguidores en un fraternal abrazo junto a su banda con una doble reverencia y una gran sonrisa. La satisfacción de él y la de su banda fue palpable hasta que desaparecieron del escenario; la satisfacción del millar y medio de asistentes a este primer concierto de la gira norteamericana de “Hellville Deluxe” se manifestó en la reiterativamente vehemente explosión de aplausos y ovaciones.

Fuente: Billboard en español




:: Traductor ::

 

Diseño web :: Realizado por Randomness | Adaptación :: J.J. Cisneros

También puedes encontrarnos en ::