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viernes, 3 de diciembre de 2010

Crónicas: Bunbury - Palacio de los Deportes, Madrid. 01.12.10

"Bunbury y la difícil apuesta por el rock and roll"

¿Cómo presentar el formato de un disco tan austero como “Las consecuencias”? Enrique Bunbury observó los shows de Leonard Cohen y se inspiró en la forma de montarlos. Pintaba bonito eso de presentar el disco de manera reposada con un público en sus asientos. Pero hete aquí que sus fans y seguidores no son los mismos que los del canadiense. ¡Ojo! Servidor de ustedes tampoco es Lester Bangs, por lo que ni hará sangre con este texto ni pecará de histriónico.

Nosotros queríamos presentar este disco como se merece, en teatros y no en un sitio tan frío como este pabellón, pero es que Raphael los ha copado todos. Vamos a cambiarle la cara a esto”. De esta manera se explicaba Enrique Bunbury ante el helado y apoltronado publico madrileño. Amén de que existieron otros factores que afeaban de manera considerable el show y le restaban de todo cálido matiz y por ende, se perdía cualquier atisbo de interactuación entre el músico y los allí presentes. Así se pudo observar un foso excesivamente separado del escenario, la demandada falta de pantallas para este concierto y  un cuerpo de seguridad bastante exacerbado. ¿Qué tan de vital importancia son estos aspectos? Pues básicamente es una nimiedad, pero en un recinto frío como era el Palacio de los Deportes de Madrid, con poquísimas entradas todavía por vender y con la gente sentada, se agradecía un poco de contacto y calor. Además de ser irónico estar coreando “está prohibido prohibir…” mientras la seguridad se encargaba de que no se les alborotara el rebaño enviando a más de uno a las últimas filas por haber hecho fotos con flash. ¡Larga vida al rock and roll! Como dirían Barón Rojo.

Un formato de teatro para un pabellón no ha sido lo más acertado ya que por muy tranquilo y buenamente intencionado que se quiera dar comienzo a la noche con ‘Las consecuencias’, ‘Frente a frente’, ‘Ella me dijo que no’ o ‘De todo el mundo’ (todas ellas recogidas dentro de “Las consecuencias”) no se puede querer hacer después rock and roll agitado cuando primero; los recintos propuestos en esta gira no están preparados para tal formato y dos; no se añaden nuevas canciones que Bunbury parece querer olvidar y que quedarían ‘de luxe’ dentro del planteamiento que se ofrecía inicialmente al comienzo de la gira. Todo sería replantear las ideas. Si el espectáculo está enfocado hacia un nuevo disco y al formato tan íntimo como es el de “Las Consecuencias”, no se entiende que pasen sobre el escenario canciones tan movidas como ‘El extranjero’, ‘Enganchado a ti’ o ‘Bujías para el dolor’ y más cuando hay un cuerpo de seguridad que llaman la atención a la que uno pestañea o daba el toque si alguien  estaba haciendo fotos con flash.

Pero no todas estas vicisitudes ensombrecieron de manera completa el recital. Se agradece la versión de ‘El anzuelo’ pasada por el filtro funky de ‘I ain’t hiding’ de los Black Crowes. Curioso era también el silencio expectante que se creaba en la audición de las primeras notas en esta revisión de la canción perteneciente a “El viaje a ninguna parte”, posiblemente de eso se trate, de revisar un repertorio rico en canciones y a la vez entretenido que daría algún que otro giro a los directos. También destacable el nuevo trasfondo árido que contiene ‘El hombre delgado que no flaqueará jamás’. Canciones que revitalizaron por momentos al espectador y le hicieron levantarse con “la petición, una exigencia y realización divina” de ‘Apuesta por el rock and roll’. Así daban ganas de bailotear y cantar a pleno pulmón con cada una de las reivindicativas frases de las canciones. Se volvió a escuchar ‘El boxeador’, ‘Puta desagradecida’ o ‘Desmejorado’. Sin olvidar el recordatorio “heróico” con ‘Senda’ y el motivo de celebración por el vigésimo aniversario del exitoso segundo Lp de Héroes del Silencio, “Senderos de traición”. Un excelente concierto que deja claro el sitio que tiene el 'rockstar' patrio en el panorama tan poco rockero de España.

A fin de cuentas, hay que dar un voto de confianza al bueno de Enrique y sus artilleros, Los Santos Inocentes. Apenas se le puede criticar a alguien que lleva una envidiable carrera sobre las tablas y mantiene vivo el veneno del rock… hasta las últimas consecuencias.

Apostemos por el rock and roll, al final es lo único que queda.

Texto: Charly Hernández



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